Posted: 12 Jun 2015 12:30 AM PDT
Estos días he estado hablando sobre cómo el delito no es una simple vulneración de una norma, sino que lo esencial es que genera unos daños y estos daños se traducen en necesidades. Las primeras personas dañadas con el delito son las víctimas y su principal necesidad es que haya alguien que se responsabilice por lo que han sufrido y que se comprometa a repararlas el daño causado de la forma que necesiten. Pero ayer también hablaba acerca de cómo el delito impacta en la comunidad y como ésta, también tiene una serie de necesidades y obligaciones, encaminadas a fortalecer el sentimiento de pertenencia al grupo y de seguridad.Pero aunque pueda parecer lo contrario, el delito también tiene impacto en el infractor, y se genera en él una serie de necesidades, algo diferentes a las de los demás, puesto que el delito y el daño lo ha producido él, pero que sin duda, hay que abordar si queremos gestionar el daño causado y el impacto que éste ha tenido de la mejor manera, sanando a todos los que de alguna manera, resultaron "tocados" por este hecho delictivo.
El sistema tradicional, ya he comentado muchas veces, no facilita la responsabilización y la empatía. La asunción de responsabilidad implica enfrentar lo que has hecho, por eso la Justicia Restaurativa habla de alentar a los infractores para que entiendan el impacto de su comportamiento, el daño y tomen las medidas necesarias para hacer las cosas bien.
Si queremos que asuman el daño, cambien y vuelvan a la comunidad como personas "nuevas", se debe hacer frente a sus necesidades, éstas que rara vez la Justicia tradicional aborda:
Necesitan asumir la responsabilidad, hacer frente al daño, transformando sus posibles sentimientos de vergüenza en otros como la empatia, que los ayude a reparar o compensar el sufrimiento que han ocasionado.
Necesitan ser animados a empezar su transformación personal incluyendo la curación de los posibles daños que los llevaron a delinquir, tener una oportunidad para ser tratados de sus posibles adiciones y problemas, alentando sus habilidades personales y sociales
Necesitan estimulo y apoyo para la reintegración en la comunidad.
Esta atención a las necesidades del infractor, no supone olvidar que han cometido un delito, ni querer justificar sus conductas, implica separar a la persona del delito, dándoles una oportunidad de ser mirados por lo bueno que hagan desde ese momento en adelante, supone que no van a ser calificados como delincuentes, sin posibilidad de reinserción, y de paso, supone un alivio para los restantes miembros de la comunidad, porque habrá menos probabilidades que otro de sus miembros se convierta en víctima.

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